Libro 6


La Gorgona


Incluso en un mundo de razas tan diversas, la discriminación existe.
Las Gorgonas, desdichadas, temidas por su aspecto y odiadas por su habilidad de convertir en piedra a otras criaturas, tan solo con una mirada, experimentan el rechazo de las otras especies.


La situación apremiaba, el enemigo contaba con la ventaja numérica, y las criaturas de Avernia tendrían que decidir entre sus diferencias o la extinción.


En el pantano de las Escamas, la niebla es espesa, apenas se ve mas allá de un par de pasos, el suelo es de lodo, o huecos ocultos por pocos centímetros de agua pantanosa, las serpientes abundan habitando dentro de los troncos de los miles de árboles ya secos, que le dan una apariencia tétrica, a lo que fuera alguna vez un bello y enorme bosque, ahora transformado en una ciénaga fantasmal.


Es en su interior, el lugar perfecto, para ocultarse, para pasar desapercibido, lugar para una aldea en medio del olvido, de este pantano.
Durante siglos Gorgonas y Krotalos han sido rechazados por los reinos donde alguna vez buscaron refugio. Cansados de pedir ayuda decidieron apartarse de todo.


Basalim es el nombre de esta aldea, y es habitada aproximadamente por  más de una centena de Gorgonas y Krotalos, los machos de la especie, que fueron cazados sin piedad con la finalidad de extinguir la especie.


La anciana Scanari y el viejo Ofidias son los líderes de la aldea, son los más antiguos miembros, y con sabiduría y experiencia, lograron formar una comunidad muy ordenada y tranquila. Todos trabajan a gusto, los jóvenes pasan el día recolectando raíces nutritivas, setas, y otros vegetales comestibles, bastante limitados para ser un pantano.


Los mayores pescan en la parte más profunda del pantano, habitado por enormes peces, que usualmente atemorizarían a cualquier otra raza, las serpientes abundantes también forman parte de la comida, ya que no hay una fauna muy variada, y alguno que otro animal que se acerca demasiado.
Basalim nunca había recibido visitas inesperadas, pues en los últimos cien años nadie se atrevió a cruzar la fantasmal ciénaga.

La única regla era  “No salir nunca de la seguridad del pantano” esa era la única prohibición que se les hacía a todos, desde pequeños crecían con esa regla.

Dacia y un grupo de amigas jugaba cerca de los limites, siempre tan atrevida y curiosa, muchas veces los guardianes la habían atrapado demasiado al borde de los límites establecidos.

Mientras se deslizaban por los arboles, pudieron sentir el olor de combustible quemándose, curioso, no era nada parecido a lo que utilizaban en la aldea, mientras sus amigas corrían al interior, Dacia se acerco sigilosamente, y pudo ver miles de antorchas emitiendo su enrojecida llama, en las manos de enormes y verdosas criaturas de temible aspecto que nunca antes había visto.

Aunque la niebla era espesa, las Gorgonas podían ver con cierta facilidad, pero no distinguir muchos detalles.
Dacia huyo lo más rápido que pudo, eran cientos y cientos de esas criaturas ingresando al pantano, lo que ella no vio era lo que venía tras esos cientos, un ejército  Grell avanzaba en silencio, comandados por dos invocadores.

Lo curioso era que no avanzaban a tientas, sabían la dirección en la que se dirigían y eso era algo extraño pues nadie sabía la localización de la aldea, salvo los habitantes.

Cuando se hallaban cerca de un puesto de guardia, una de las Centinelas descubrió la presencia de los grell, y encendió un fogón que emitía un olor que solo ellos percibían, aquella era la señal de alarma.

Al momento toda la aldea se puso en alerta, preparándose todos para una pelea de la cual no tenían oportunidad.

Mientras el ejército grell se acercaba, cientos de silbidos seguidos por sonidos lastimeros, daban cuenta de los grell muertos por las certeras flechas de las centinelas.


Cada flecha aserrada, era cuidadosamente cubierta con una capa gruesa de una mezcla de veneno de krotalo,  comúnmente las flechas eran disparadas al corazón o a la cabeza, si no mataban al instante por el impacto, la criatura quedaba paralizada en treinta segundos, y al minuto caía muerta.


Los grell caían en enormes cantidades, los de avanzada que no morían por las flechas, quedaban atrapados en los fosos de lodo,  al ver esto, el que parecía el líder grell ordeno un avance compacto,  a su rugido las tropas se acercaron mas unos de otros.


Yurac y Nerol, los invocadores que conducían el ataque discutían.
-Nerol- dijo uno- no las mires a los ojos.
-¡Crees que soy un grell! Lo sé Yurac y espero que las bestias no lo olviden –respondió


Greloc, el líder de los grells, miro furioso a ambos invocadores por aquel comentario, pensando dentro de sí: “Estúpidos, gran cosa se creen, podría hacerles añicos con una sola mano”
Greloc no dejaba de mirar con rabia a los invocadores. Era común que estos los menos preciaran tratándolos como si fueran estúpidos, y eso lo enfurecía terriblemente.


Aunque sabían hacia donde se dirigían, el pantano era una trampa natural, y muchos grell se perdían en la bruma, entre tantas flechas, lodo y niebla.
Nerol y yurac eran invocadores de clase alta, es decir que podían levantar ejércitos de muertos de cifras altas, aunque nunca habían cazado gorgonas, si habían cazado alguno que otro paladín, y habían peleado en muchas batallas. Razón por la cual se les había encomendado esta tarea, Yurac al ver la mirada furiosa de Greloc, por seguridad personal levanto dos muertos de clase campeón.


Los muertos de clase campeón, a diferencia de los normales, tenían una inteligencia limitada para luchar, tenían mucha fuerza, y armas encantadas, gracias a la magia oscura. No tendrían dificultad para derrotar mano a mano al menos a tres grell o mas, llevaban una armadura más amplia, y gozaban de cierta resistencia al fuego, algunos incluso podían hablar, aunque eso raramente ocurría.


Nerol en cambio mas soberbio, se sentía tan superior a los grell, que ni sentía temor por ellos, podía sentirlo, estaban muy cerca de la aldea, entonces abrió los ojos, recitando unas palabras en lenguaje desconocido, sus ojos se pusieron blancos, de sus manos salía un vapor verdoso,  el lodo a su alrededor parecía moverse, cuando levantaba su mano derecha, un silbido atravesaba la espesura de la niebla,  clavándose en su garganta, muriendo al instante.


Yurac como siempre mas sigiloso pero cobarde se oculto tras sus revividos, ambos muertos sacaron sus escudos, mientras yurac recitaba unas frases en lenguaje desconocido, los escudos de estos brillaron, en señal de haber recibido un encantamiento de defensa.


Flechas impactaban contra los escudos una y otra vez, sin daño alguno, un potente golpe en los pies de uno de ellos lo hizo caer,  y sonido de metal golpeado una y otra vez hasta sentir el sonido de huesos quebrándose en pedazos, evidenciaron la presencia de centinelas  a escasos metros.


Yurac con solo un guardaespaldas, buscaba a Greloc, pero este se había alejado dejándolo solo, su único protector,  seguía imperturbable tratando de encontrar algo, una pierna de este salió volando, y cayó al suelo, una figura surgió de la niebla, un gran krotalo con una maza dentada miraba al revivido tirado en el suelo, levantando su mano y con el pulgar hacia abajo, sonaron crujidos, aunque el muerto se protegió con el escudo, este no protegió la pierna restante que quedo hecha añicos con la fuerza del golpe. 


El krotalo levanto la mirada viendo a Yurac directamente, este totalmente aterrado, quedo paralizado, una mano lo tomo por el hombro volteándolo hacia atrás, los ojos verdes que vio fueron lo último que vio, mientras en segundos quedaba convertido en piedra, el muerto en el suelo se hizo polvo. Y la Gorgona y el krotalo desaparecieron en la bruma.

Como Yurac, cientos de grell morían en silencio convertidos en piedra.

Greloc comprendió el peligroso estilo de combate de las gorgonas y pensaba en como contrarrestarlo, el lastimero ruido de los grell muriendo se oía por doquier.

Ya en la aldea un grupo estaba listo para contener al enemigo. Los grell ya tenían rodeado e lugar, ocupando cada posible ruta de escape, después de tantas muertes ya estaban en el objetivo.


Los invasores caían fácilmente, pero su gran numero, jugaba en contra, pues lo defensores, nunca se prepararon para enfrentar semejante ejercito, las flechas casi se habían acabado, pronto empezaría el combate cuerpo a cuerpo.


Los krotalos más agresivos, enfrentaban cuerpo a cuerpo a los grell, lanzando destellos de sus ojos, que paralizaban a sus enemigos, les resultaba fácil, eliminarlos, pero eran demasiados y no andaban solos, así  la lucha se torno poco a poco mas difícil, algunos de ellos fueron asesinados por los poderosos golpes de los grell.
Cuatro eran los krotalos que luchaban en los límites de la aldea, Taiaco, Yocaj, Jaial y Perol. Otros seis más jóvenes liderados por Lidarte, esperaban en la retaguardia. Lidarte era la Gorgona con el rango de Medusa, que solo las más poderosas gorgonas obtenían.


Greloc  cerró los ojos y se dejo llevar completamente por su olfato, separando los olores que ese pantano manaba, separo, el olor a moho, humedad, y lo encontró, la sangre grell impregnada en las armas y armaduras de los defensores de la aldea, lo guiaron directamente detrás de uno, al que de un golpe  en la cabeza mato en el acto, el golpe fue tan potente, que el casco de metal del krotalo muerto, tenía la impresión de su puño.

Rodeadas las gorgonas comenzaron a morir, superadas por el enorme número del ejército enemigo.

Las jóvenes gorgonas y krotalos, junto con los más pequeños  ya habían sido evacuados mucho antes.


Dacia corría con una canasta de víveres cuando un golpe la lanzo por los 
 aires cayendo  fuera de la aldea en una charca. Los sonidos de metal chocando uno contra otro, gritos crujidos de madera, se fueron apagando poco a poco, hasta quedar en absoluto silencio.
Ya en medio de la aldea, Greloc rugía.
-¡Quémenlo todo, arrasen con todo!- rugiendo con furia.


Todavía quedaban algunas gorgonas y krotalos luchando, fulminando cada grell que podían, pero no dejaban de avanzar, ahora haciendo lo mismo que su líder, guiándose por olfato, poco a poco los últimos defensores cedían terreno.



El grupo que protegía la huida sabía que no aguantarían mucho tiempo.
Greloc, viendo la determinación del último grupo, supo que lucharían hasta el final, al estar acorralados eran mucho más peligrosos,  la aldea ardía, el fuego hacia crujir las cabañas, el líder de los grell, sonrió de una manera, que hasta el grupo de gorgonas y krotalos, supo significaba algo grave.
Greloc desenrollo de su cinto un cuerno raro, y lo soplo, pero nadie escucho sonido alguno, por segunda vez lo volvió a soplar, pero nadie oía absolutamente nada, un silencio que era roto solo por el fuego consumiendo la aldea, los grell retrocedieron perdiéndose en la bruma y humo.


A pesar de su fiereza, el grupo de defensa sentía el miedo, haciendo latir más aceleradamente su corazón. Aquello que los había protegido antes ahora cubría un peligro mayor que los grell.


El silencio era insoportable, Lidarte y Yocaj se miraban desconcertados, nerviosos, Taiaco, Jaial, Perol estaban temerosos pero listos para pelear hasta lo último. 
-¡Formación cerrada! – grito Lidarte.


Cubriendo uno la espalda de otro formaron un circulo, gruesas gotas de sudor, por el cansancio caían por la frente de algunos.


Un aullido lejano, y algo corriendo por detrás de ellos, el aullido lejano provenía del frente, pero el movimiento era por la retaguardia, estaban confundiéndolos.


Un nuevo aullido esta vez por el lado izquierdo, todos voltearon,  Perol ya no estaba, unas ramas crujiendo por el frente y el grito apagándose de Jaial.


Nunca vieron nada, ningún sonido, ni sintieron la cercanía de criatura alguna, que era lo que los estaba atacando.


Una a una las gorgonas y krotalos fueron desapareciendo, una sombra en la bruma, parecía moverse velozmente de un lado a otro rodeándolos, muy cerca.


Una veintena de gorgonas y Yocaj seguían en pie de lucha, distinguieron sombras acercándose en tres direcciones diferentes, el enemigo los atacaría directamente.
-¡Ataquen!- grito Lidarte
De pronto una enorme criatura cayó en medio de la formación, sorprendiendo a todos, y de un golpe,  acabo con cuatro gorgonas, un solo golpe.


Las flechas no los detenían, los golpes de espada no los lastimaban, los destellos de los krotalos no los paralizaban y no se convertían en piedra.


El mal había creado maquinas de matar demasiado eficientes, centuria y media, y por fin los enfermos Sirros, habían logrado producir su obra maestra: los Dingos.


Parecidos a los hombres lobo, aunque más grandes, piel rojiza una natural resistencia al fuego, y tan gruesa y dura como metal, además de las armaduras que portaban, extremadamente inteligentes, veloces y sigilosos y un sistema nervioso poco desarrollado intencionalmente para evitar el dolor, los hacían maquinas imparables.


Reían burlonamente como lo hacen las hienas, mientras se sacaban las flechas del cuerpo, el veneno no tenia resultados, solo eran tres, tres dingos habían hecho el trabajo que habría costado al menos la vida de medio millar de grells.

El humo de la aldea en llamas era ya insoportable y asfixiaba a los pocos sobrevivientes que todavía daban pelea, pero los dingos seguían riendo burlonamente, para ellos el humo no era nada, no quedo ninguno de los defensores en pie, los dingos los habían matado a todos.

Algunas horas después Dacia recobro el sentido. La oscuridad lo dominaba todo. Un aullido lejano la obligo a huir a toda prisa, el pantano ya no era seguro. 

Sin saber si había alguna Gorgona con vida, solo le quedo huir.
Salió del pantano, y recorrió un bosque al que nunca había entrado, estaba aterrada, las lágrimas caían una tras otra, mientras pensaba en su madre, la abuela Scanari, el viejo Ofidias y sus historias. Mientras más pensaba más dolor sentía, exhausta de tanto caminar, se tendió bajo un árbol y de tanto llorar se quedo profundamente dormida.


En sueños una hermosa mujer de cabello verde, la abrazaba, diciendo: “Dacia, mi niña, no estés triste, pronto no estarás sola, una mano amable te tocara, y nunca jamás se apartara de ti. En la soledad oscura, encontraras una amistad eterna” (Gaia).


Al despertar, se sintió mucho mas tranquila, pero le era imposible superar su tristeza. Entonces recordó su sueño, que por alguna razón daba vueltas en su cabeza…”en la soledad oscura, encontraras una amistad eterna” y suspiro.


No tenia donde ir, salvo alejarse sin rumbo, nunca noto la herida de su brazo, y el golpe q recibió no le dolia tanto como pensar en sus seres queridos.

Al cabo de unas horas descubrió un campamento de humanos, pensó que quizá ellos podrían ayudarla.

Se aproximo sigilosamente, vio niños jugando y una señora calentando algo en una caldera.

-¿Podría darme un poco de agua? –pregunto Dacia a la mujer.
-Claro, jovencita, acércate –respondió la mujer, tomando una jarra.
Cuando Dacia se acerco, la mujer dio un grito y dejo caer la jarra con agua, cargando al más pequeño de los niños se alejo corriendo.
Varios hombre se acercaron de inmediato armados con machetes, trinches y lanzas.”¡Qué ocurre!, que ocurre”, gritaban.
-Esa chica allá, tiene cola, es una Gorgona- dijo la mujer aterrada.
-¡Gorgona, Gorgonaaa!- gritaban levantando sus armas.

Dacia sintió mucho miedo, y huyo lo más rápido que pudo, hasta que no puso continuar, pudo haberlos enfrentado, pero no lo hizo.
Camino sin darse cuenta de las horas, y así pasaron día tras día, sola, triste, con hambre, su herida empeoraba.


Hallo una cueva y se interno en ella pensando encontrar cobijo, hasta desfallecer, ya habiendo abandonado la esperanza de sobrevivir, se tendió ya sin fuerza, quedándose profundamente dormida.
Dacia tenía una pesadilla y sollozaba en un sueño del cual no parecía despertar.

Una mano  la toco, era cálida, ella despertó pero no sentía temor, una suave voz la tranquilizo, y ella lo abrazo fuerte mientras lloraba desconsolada.
Era un joven orco, que le dio de beber, y comer, vendo su herida. El joven le conto que tenía que atravesar la cueva, y que le sorprendía hallarla allí, pues de allí nadie había salido vivo, Dacia decidió acompañarlo.

Una gran aventura lo esperaba en el interior de esa caverna, lograron salir con vida tras conocer a los legendarios horrores, solo con el poder del canto y la música. Como obsequio ambos recibieron unos medallones mágicos, que se suponía los hacían casi inmortales.

Cuando salieron al bosque, sabían que era momento de separarse, pero prometieron volver a encontrarse. Un abrazo y un beso sello lo que sería una amistad eterna, y un gran amor entre Dacia y Neshak.

Uno de los horrores la llamo “princesa”, menciono el nombre de su madre la reina “Danara”, la reina de las gorgonas cola de hierro, aunque no había dicho el lugar donde buscarla, parecía haber transmitido de alguna manera la localización del lugar, pues Dacia casi sentía tener un mapa mental, del lugar al que debería ir.

La joven acelero el paso. Bebía agua de rio y recogía los frutos del bosque que hallaba a su paso. En una semana llego a un territorio llamado Corsipe.

Cada vez que se topaba con humanos o centauros, asumía una forma humana, preguntaba por “Scamar” y todos le señalaban el norte.

Cruzo las dunas de Sarga y llego a una encrucijada, un enorme árbol se hallaba en medio de dos caminos, tendida allí una mujer que descansaba, la saludo amistosamente.
-¿Sabe cuál de los dos caminos lleva a Scamar?- pregunto Dacia.
-Sigue el de la derecha, cuando veas la bruma que cubre el horizonte, habrás llegado, estas a un día- dijo la mujer.
-Muchas gracias señora, ¿cuál es su nombre?
-Mi, nombre… es Idmess- dijo escupiendo la pajilla que tenía en la boca.
-Yo me llamo Dacia, muy agradecida- respondió la joven mientras caminaba alejándose.

Dacia no se había percatado hasta ese entonces que había estado viajando ya casi una semana, y no se sentía cansada, probablemente sería un efecto del medallón mágico que le obsequiaron los horrores.

Tenía la sensación de que la seguían, pero le resto importancia y continuo su camino. Un día después hallo un letrero que decía “Scamar” y a unos metros una bruma densa, tan familiar para ella como en su vieja aldea.

Al fin había llegado. La bruma era cada vez más espesa pero, podía seguir avanzando, ya estaba acostumbrada a ver a través de la niebla. Una lanza se clavo delante de ella impidiéndole el paso.


Un daoth, parado en la rama de un árbol a unos doce metros de ella la miraba con atención. Una mano la cogió por los hombros, era un Tarkalo detrás de ella y de pronto una voz familiar, saludándola cordialmente.
-Tengo que reconocer, jovencita que eres muy veloz, y me fue muy difícil seguirte el paso…
-¿Idmess?- pregunto Dacia sorprendida.
-Así es querida, la misma- dijo mientras se acercaba.
Dacia se quedo atónita, pues Idmess también era una Gorgona.
-Tu madre espera ansiosa- dijo Idmess.
-¿Mi madre?- dijo totalmente fuera de sí Dacia.
-Así es princesa- respondió Idmess guiñándole un ojo a la joven.


El tarkalo que la había cogido por los hombros la soltó y le hizo una reverencia. El daoth, dio un salto colosal llegando donde la joven haciéndole una reverencia también.


Así caminando y conversando, respondiendo muchas preguntas de las joven.
-Princesa lamento la manera en que nos presentamos, pero los ataques de boraks son muy frecuentes, por estos lugares- dijo el tarkalo.
-¿Boraks?- pregunto Dacia.
-Son parecidos a los krotalos, pero estos poseen la cabeza como de una cobra o serpiente, con algunas púas, tienen un potentísimo veneno, y tus ojos se vuelven piedra si te miran directamente, son nuestros peores enemigos-explico el daoth.

Al fin llegaron a un lugar donde la bruma se disipaba dando visión a una enorme muralla, una como nunca había visto en su corta vida, o como nunca imagino posible.

Bienvenida a Scamar, abriendo se las enormes puertas de la ciudadela, Dacia no dejaba de mirar con asombro, la comunidad compuesta de gorgonas, daoths, tarkalos y krotalos, caminando por todas las calles, era sorprendente verlos juntos, y tantos.
Una comitiva de individuos vestidos con túnica larga y algunos que parecían guerreros la saludaron con reverencia.
-Nos alegra saber que está bien princesa, supimos lo que ocurrió en Basalim-dijo una Gorgona con tristeza.
-¿Pero cómo lo supieron?- pregunto Dacia.
-Una de las sobrevivientes nos dio la trágica noticia-dijo un daoth.
-Silbira es su nombre- dijo un tarkalo vestido con armadura.
-Pero, Silbira desapareció de la aldea tres días antes- recordó la joven.


Uno de los daoth guerreros dio un salto y llego a la ventana de un edificio de tres piso, saco un cuerno y lo soplo cuatro veces, parecía decir algo.
Movimiento se oyó a lo lejos, un enorme Tarkalo salió corriendo, gritando: ¡Atrapen a la traidora!


No era muy difícil entender lo que había sucedido, silbira había traicionado a la gente de la aldea dando la exacta localización de Basalim.
Dacia fue conducida a través de un largo corredor,  el techo era altísimo, y las paredes estaban decoradas con pinturas de las tres razas siempre juntas.


Unas puertas de color verde con bordes dorados, se abrieron de golpe. Una hermosa Gorgona finamente vestida con túnicas de seda celeste, y brazaletes de oro, la miraba con lagrimas en los ojos, se le acerco rápidamente abrazándola, diciendo: “mi niña, mi niña”.
-Pero señora como, es eso posible, mi madre vivía en Basalim- dijo incrédula la joven.
La reina respiro hondo y se calmo un instante, camino por la sala como, pensando bien en lo que diría.
-Cuando eras solo una bebe, una partida de buscadores, te secuestro junto a otros pequeños, un grupo enorme fue tras ellos para recuperarlos, pero por la gran batalla tuvimos que separarnos en dos, tu padre perdió la vida ese día.


El grupo menor salió con los más pequeños, huyendo sin dirección, al estar muy lejos y sin tener noticias de nosotros, decidieron establecerse en la aldea de Basalim.
Hace más de quince días tengo un sueño donde una dama, me dice que un ser amado volvería a mí, y siempre pensé que eras tú mi niña.
Pero mira que torpe que soy, ni siquiera me he presentado, soy Danara, la reina de Scamar.
-Reina Danara- interrumpió un guerrero- la traidora a huido.
La mirada de la reina se torno furiosa.
-¡Búsquenla!, no debe estar muy lejos, Silbira pagara caro, por lo que hizo, de su castigo me encargare personalmente-dijo airada la reina.
Dacia no podía contener el llanto, se sentía protegida como nunca antes lo había estado.


Se recostó sobre unos cojines en los que la acomodo tiernamente su madre, mientras la joven le contaba cada cosa que le había ocurrido.
Dacia nunca olvidaría a su “madre” la Gorgona que la había criado desde bebe, a la que siempre recordaría como su madre.
Siempre se mantuvo en contacto con Neshak el orco, y finalmente logro unificar a los orcos con las otras tres razas.
La historia había terminado bien aparentemente, en otro lado en las afueras de la ciudad, un daoth y un tarkalo corrían tras Silbira, La carrera incansable de los tarkalos les daba ventaja, colocándose delante de ella, sin saber donde más correr, Silbira se quedo parada unos segundos, cuando la certera patada del daoth la hizo volar casi diez metros, cayendo pesadamente sin sentido.

Cuando ambos se acercaban a apresarla, seis estrellas se clavaron en el cuerpo del Daoth mientras una espada atravesaba al tarkalo.

Dos asesinos, vestidos con ropa ninja color rojo, de la escuela Loto Rojo, recuperaban el cuerpo de Silbira, uno de ellos lanzo al piso una bolsa pequeña que estallo abriendo una especie de portal, unas manos enormes cogieron el cuerpo de la Gorgona, arrastrándola hacia el interior del portal, al que ambos asesinos entraron.


-“Silbira, silbira, tengo planes para ti, mayores de los que pudiste soñar, te volverás una pesadilla para mis enemigos, hahahaha”-decía una voz en la penumbra.